viernes, 6 de julio de 2007

Un Aporte de Karen Hermosilla

Biodegradable


Un abanico de chistes proclamando la superioridad de lo argentino, se desplegaba hace algo más de una década. Nada queda de aquel humor. O por lo menos en ese anverso. La megalomanía es nuestra característica más preciada en esta nueva era de crecimiento. No hay falsas modestias ni pudor que acompañe las autodefiniciones. Ahora podemos calificarnos de los “mejores”, con la determinación de un depredador superpoderoso.

La censura que El Presidente realizó a la entrevista otorgada a Contacto no habla bien de su espíritu profundamente republicano, respetuoso de las libertades individuales y promotor de los derechos humanos de tercera generación. ¿Dónde queda el progresismo, cuando manipulamos los sucesos y nos avergonzamos de quienes somos? Una característica esencial para dar un paso más adelante, es ser auténticos. Ahí es donde muchos yerran y terminan demostrando que no se contaron el cuento completo antes de empezar a creérselo.

El Presidente Lagos, como él se autodenomina y como nosotros mansamente confirmamos, continúa dando golpes de mesa, tratando al periodismo chileno como uno más de sus empleados y haciendo revisiones insólitas de su administración frente a las cámaras. ¿Quién recordó la distopía de Orwell?

Los que tienen como único capital su narcisismo, además de un talento e histrionismo que den vida a tal amor onanista, resultan tan elocuentes que a la larga generan adeptos y fieles admiradores. Pinochet recibió el respeto de gentes probas y honestas por ser un hombre sumamente convencido de estar haciendo lo mejor para el país. Pero la calidad del sucedáneo se evidencia cuando es expuesto a los escenarios más tórridos. Podemos ver desvanecerle como un hombre de plástico o conocer de qué madera esta hecho. En este caso podríamos esperar que el material fuera biodegradable, después de todo, estamos hablando de El Capitán Planeta. Aunque ya sabemos como prefiere que le llamemos.

En Chile los egos son el capital en alza y la cosa de creerse el cuento ha traspasado la línea de lo saludable. Nos ocupamos de dar un sentido histórico a nuestra existencia, sin siquiera molestarnos en saber sobre nuestro ser detrás de la mascara. Y mal que mal somos occidentales. Pero ¿Resulta cuerdo desafiar los periodos presidenciales impuestos por ley y continuar llamando (se) Presidente a alguien que ya no detenta el cargo?

karen andrea hermosilla tobar

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